viernes, 29 de julio de 2016

OTO

Llegar al punto más alto de Monrepós y sentir cómo se erizó cada milímetro de mi piel observando la postal que tenía ante mis ojos, fue algo maravilloso.

Desde pequeña, el Pirineo Aragonés ha sido mi destino vacacional en verano y buena parte de fines de semana.

Un viaje de lo más ameno, dónde escuché muchos " ¿ y te acuerdas cuándo...?"

Hacía días que no andaba por allí y esta vez, ha sido especial.

Especial porque en el coche, con mi abuela y mis padres, era yo la que conducía y no él ( mi padre).

Ha sido especial porque he recordado situaciones casi olvidadas, porque estábamos 4 generaciones alrededor de la mesa, porque ver a mi sobrina y sus amigos fue cómo verme a mí con las míos hace 25 años, porque todo ha cambiado pero sigue igual, porque los olores son inconfundibles y durante unas horas pude volver a mi niñez/adolescencia sin habérmelo propuesto.

Me quedo en este lugar mágico que siempre llevaré muy dentro de mí, dónde di mi primer beso, encontré buenos amigos y mi primer amor.

Me quedo con las verbenas en las noches de verano, el río y las pozas para pasar las interminables tardes de julio.

Me quedo con las escapadas al cementerio, los paseos en bicicleta, las juergas en el prado de la cosechadora y las partidas de cartas con los primeros cigarrillos y pacharanes caseros.

 Me quedo con la música que convertíamos en banda sonora de cada uno de los veranos y escuchaba durante todo el invierno, me quedo con las despedidas de la última semana del mes de agosto y las cartas enviadas a Barcelona, Zaragoza, Pamplona, Madrid y Alicante.

Me quedo con toda esas sensaciones, sentimientos, experiencias que en mucho o poco han hecho que yo sea quién soy ahora mismo.

Gracias a mis padres por elegirte, Oto.

miércoles, 20 de julio de 2016

Jagërmeister

Me encantan los sábados, sobre todo, esos sábados que te pegas recordando durante días.

El sábado pasado, fue uno de esos.

No sé si lo he dicho alguna vez pero en el Cortijo somos ansiosos por naturaleza.

Nos puede el ansía sobre todas las cosas: organizamos quedadas un lunes a las 8 am pensando en próximo fin de semana, hablar con nosotros es como “ tonto el último” que cómo te rezagues un pelín ya no metes baza ( auténticas ametralladoras de palabras). Compramos con impulsividad y alevosía, nuestras risas rozan el histrionismo y le damos a todos los palos, pero con ansía. Mucha ansía.

Lo mismo nos hacemos del club de fans de Alba Carrillo cómo que Camacho nos deleíta con su sabiduría sobre la actualidad política en nuestro mundo ( lo amo porque es la persona humana más culta que conozco, bueno él, junto con Richard Gere que me deja estupefacta cuando hace despliegue de su amplío vocabulario).

En fin, el último WhatsApp de Josefo antes de la quedada, fue: “ Yo llevo el jagërmeister!” Creo que a partir de ahora, sobran las palabras pero yo, sigo escribiendo.

Y es que la parte masculina del Cortijo se encargó de regarnos bien regada la cena.

Camacho con el vino de enamorar a las pitulis que estaba tan bueno y tan fresquito, las cervezas de Scarlett ( y su vino sin abrir en la cocina) de antes, el champange ( porque estábamos en modo que no nos falte de ná ON) y los malditos chupitos de la bebida del infierno. Si es que hasta en la botella aparece la cabeza de un ciervo con la cruz de la muerte!!! pero nosotros al lío, que está tó pagao, cómo dice Mary Pop Star.

Cómo castañuelas, después de marear al pobre Ipad con nuestra diversidad de gustos musicales, salimos de casa.

Felices por no tener que hacer cola para entrar a uno de los sitios de moda donde, todo hay que decirlo, la música y el ambiente no estaban en su máximo apogeo.

De ahí a las risas, los posados robados con gente que no sabes de donde sale, encuentros agradables y otros un poco menos, presentaciones en sociedad inesperadas, bailes, más chupitos, muchas canciones, muchos tacones.

Y es que jager eres el culpable absoluto de que llegásemos a casa cuando el sol estaba muy arriba, culpable de que Mary Pop Star sacase unas plantillas de silicona y gafas de sol para llegar lo más digna posible después de 12 horas en la calle, culpable de transformar un Burguer King en un auténtico desguace de personas y lugar de referencia para el desayuno. Culpable de dejarnos el cerebro bajo mínimos e inmóviles del sofá durante todo el domingo.

Sentía yo mucho miedo de volver a casa después de 17 días disfrutando del mediterráneo, ya no por el mero hecho de tener que volver a la rutina, sino por sufrir el calor más espantoso que me decían estaban pasando por mi pueblo.

No ha sido para tanto! Ni lo uno ni lo otro. El miedo te lo tengo a ti, Jagërmeister.

Felicidad y apoyo incondicional en todas tus decisiones, bella! Te quiero Scarlett ( no pienso cambiarte el nombre porque eres más guapa que tu prima Johansson).