sábado, 31 de diciembre de 2016

Nochevieja

 Lo que tiene estar de sarao en sarao toda la semana de vacaciones navideñas es que me encuentre, en este mismo instante, en el sofá con la manta y la espalda molidica, mocos a cascoporro y con dolor de garganta bastante majo.

Último día del año y yo, con estos pelos!

Recuerdo con nostalgia los años en los que vivía la llegada del nuevo año como el evento del siglo, que tenías que salir si o si, que era mi pobre padre el que salía a la 1 am para llevarme al cotillón de turno ( bendito padre el mío!) que durante una semana volvía a mi madre muy loca para que me hiciese un vestido o recorriera conmigo mil tiendas para encontrar el modelito adecuado, que no podía fallar la ropa interior roja y lo más importante, había que bailar hasta el amanecer. Pagabas un pastizal por la fiesta así que había que amortizar por narices y a casa volvías con las gafas de sol y los zapatos de tacón en la mano.

Hoy no saldré a festejar el año nuevo ( seguro que ya lo haréis muchos de vosotros por mí) y no es algo que me inquiete a mis 38 y muchas nocheviejas desenfrenadas ( o no tanto) a mis espaldas.

Me quedo con estos días previos de quedadas inesperadas, de cafes a media mañana que se alargan hasta vermú torero con chupito incluido, de fiestas de cumple sorpresa y reencuentros maravillosos, de comidas familiares y ratitos con mis sobrinos, de abrazos que te llegan al alma y llamadas de teléfono llenas de magia, de sorpresas al abrir el buzón y de mil risas, de bonitas conversaciones y de besos, muchos besos.

Al nuevo año solo le voy a pedir  SALUD que de todo lo demás,  ya nos encargaremos nosotros.

#hola2017

jueves, 15 de diciembre de 2016

Poquito a poco

Han pasado 5 quinces de diciembre desde que dejé de ver esos ojos que me transmitían tanto.

No es que hoy, siendo 15, me acuerde de ti... que como dice El Vasco, no dejo ni un solo día de pensarte desde que te fuiste.

Aunque no estés con nosotros te siento tan cerca que no dejas de estar presente en nuestras conversaciones y eres una más de todas las movidas que, como ya sabes tú, nos han caracterizado siempre.

Hace unos días estaba sentada en la  butaca de la sala de espera, la misma que el día que decidiste abandonar tu cuerpo, recuerdo la angustia que inundó el mío de pies a cabeza y esa misma sensación volvió a mí. Pero hoy no quiero.

Hoy no quiero recordar ese día.

Hoy, lo que quiero pensar es en tu risa que me alegraba la vida, en tu olor que me envolvía de confianza, en tus miradas que me daban abrazos y en tus abrazos que me llenaban el alma.

Hoy están presentes tu música, tu alegría, tu sensibilidad, tu brillo y todos esos girasoles que te van a acompañar siempre.

Te echo tanto de menos amiga mía... te quiero siempre.